
El tiro con arco y flecha se remonta a los orígenes de la civilización, y en muchas culturas no sólo se consideró como un arma para la caza o la guerra, sino también como un instrumento para el desarrollo personal, en la búsqueda del autocontrol y el equilibrio interior. La práctica de la arquería mejora la concentración, la postura y la respiración, trabaja y tonifica músculos que usualmente no se utilizan.